El Cerro de la Memoria.



Nadie puede pasar sin verlo y nadie puede llegar a Los Mochis sin hacerlo referencia del entorno. Ahí está, vigilante y orgulloso de la ciudad que ha crecido a sus plantas, es el Cerro de la Memoria. Guardián de los siglos que han transcurrido. 


“Memorial Hill”, como le bautizaron los primeros colonos norteamericanos, porque ahí en su faldas sepultaron a sus primeros muertos. Banderacahui, como le conocieron antes los indios, con fundamento en su lengua cahita.
Hace mucho que ya no existe aquel faro que durante las noches era guía para viajeros y referencia para los barcos que surcaban las aguas cercanas del Mar de Cortez.
Mas, hoy el viejo Cerro de la Memoria rejuvenece cada noche luciendo multicolor cientos de luces de las antenas de la comunicación que le coronan cual Rey Feo de aquellos carnavales que fueron deleite de pasadas generaciones.
Aquí está y aquí permanecerá y seguirá siendo memoria de seres y hechos que habrán de escribir nuevas y extraordinarias historias de esta maravillosa región.
Lugar de la famosa leyenda, esa leyenda que brotó de aquel lugar y desde entonces ha andado en boca de propios y extraños, dándole a La Pérgola de Los Mochis ese aire de misterio que todavía “pone la piel chinita” a quienes escuchan de ello, mas bien de ella de "La dama de blanco".

Colgada de la falda del Cerro de la Memoria, como una muchacha traviesa, La Pérgola de Los Mochis se asoma a la ciudad que ahora llega hasta sus propias plantas. No era así cuando en el año de 1960 sobre las pilas del agua potable fue construida para darle forma al paseo obligatorio de las familias de aquel entonces que acudían a las arboledas que ahí crecen. Tuvo su época de esplendor en aquel entonces. Las mejores orquestas y las bandas con su “música de viento” lanzaban desde ahí sus mejores notas y los muchachos y muchachas de ese tiempo se daban gusto bailando hasta las madrugadas. Un joven de fuera acudió a ese baile con unos amigos locales. Estos llevaban su pareja mientras el fuereño no.

Avanzada la noche estrellada y fría , este joven vio sentada y solitaria a una hermosa jovencita vestida de blanco. Ni tardo ni perezoso, se acercó a ella invitándole a bailar a lo que esta con una mirada profunda de sus hermosos ojos y una sonrisa casi inexpresiva accedió .

Inmediatamente el visitante quedó prendado de aquella joven dueña de tan misteriosa belleza . Sus negros cabellos haciendo juego con sus ojos de esa extraña profundidad oscura revoloteaban con el cierzo invernal dándole todavía un aire de mayor intriga,

Solo una cosa no combinaba con aquel monumento femenino: el frio de sus manos y sus mejillas que se rozaban en el abrazo del baile. Y su voz , aunque suave, parecía tener un eco extraño .
En un momento ella preguntó la hora y él respondió :
-“Las 12”…
-“Me tengo que ir! ” dijo ella dejando escapar un temblor extraño en el tono de su voz.
-“Te acompañaré” se ofreció él entono galante. Ella le respondió :
-“solo hasta el pié de la escalinata : No puedes ir mas allá “.
El creyendo que la esperaba algún familiar –“quizá su papá para recogerla”, como era usual en esa época- comenzó a bajar las escalinatas y al ver que seguía temblando en un acto de mayor galantería se quitó el saco y se lo puso, diciéndole se lo llevara y él lo recogería al día siguiente, con el doble propósito de volverá verla, preguntándole y obteniendo su dirección.

Al siguiente día a temprana hora se presentó al domicilio indicado, donde fue recibido por una señora afable pero de rostro triste.
Al indicarle que iba en búsqueda de una joven a la que mencionó por el nombre quede sus labios había escuchado la noche anterior, describiéndola con un hermoso vestido blanco, la mujer sobresaltándose le respondió preguntándole si era una broma de mal gusto pues esa joven era su hija , pero esta había fallecido tres años atrás, justamente cuando cumpliría sus 18 años y vestiría un vestido asi que le habían comprado para tal evento.
Ante la insistencia del joven, primero le pasó a la sala dela casa para ir en busca del vestido que guardaba en triste recuerdo y una fotografía de ella . Para él el impacto fue brutal pues era ese rostro y el mismo vestido que había rozado con sus manos la fría noche anterior.
Ante el estupor y la incredulidad que siguió mostrando ,la madre aceptó acompañarle en el automóvil de él al panteón municipal.
Al llegar finalmente a la tumba donde estaba una cruz con el nombre de ella, el estupor fue todavía mas grande, esta vez para ambos, pues ahí sobre la lápida….!estaba el saco del joven ,como cubriendo del frío a quien estaba ahí sepultada!
….Cuentan que durante muchos años estuvo regresando el joven fuereño a La Pérgola de Los Mochis. Hasta que una vez ya no regresó jamás.
Sin embargo una fría noche del siguiente diciembre , fue vista a lo lejos la figura de una mujer de largo cabello y vestida de blanco bajando la escalinata de La Pérgola. Venía con el rostro inclinado, como si caminara triste por haber ido ahí y no encontrar a quien buscaba.
Todavía en las noches frías de diciembre, hay quienes afirman que vuelve a verse la misteriosa y hermosa mujer de largo cabello y vestida de blanco vagando por las escalinatas de La Pérgola de Los Mochis.
…..Total…Porqué no? ..si el Camposanto está tan solo al pasar la avenida…a unos cuantos metros.


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